Cuando mengua la tarde
y la Luna se anuncia única,
iluminan sus haces de bronce
las palabras celosas
que reza en cautivo silencio
desde su alejada ermita.
Lee su voz apagada
la culpa primera
la soberbia que no conoce
más que como una herencia maldita:
el pan que lo alimenta
del cuervo que lo visita.
Goce, deseo, sin-sentido...
Hace 3 años
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