sábado, 31 de enero de 2009
viernes, 30 de enero de 2009
mirada contracturada
y el frío alboroto que me despierta de noche
tensan la cuerda de la guitarra mojada.
Me llegas en pesadillas
suave como una almohada
rasgando los acordes pretéritos
que completan la canción.
Tu bloque congelado se quiebra
de un sólo golpe:
El cincel de seda
te ha rajado una sonrisa...
¿Cuánto durará?
sábado, 24 de enero de 2009
Otro perro Andalúz
Se es náufrago, entonces, de la realidad,
De pies descalzos
se va recibiendo, se va entregando.
justo a tiempo para escuchar los últimos ladridos
miércoles, 21 de enero de 2009
La Giralda
resuenan las campanas de tu tarde
que como flechas en la carne
se hincan y sangran
De tu río brotan nombres
y soledades:
las íntimas y las ajenas.
En las últimas horas
compartimos el anonimato.
El frío y los naranjos
te decoran la cara
y tu facción apretada
sonríe entre los mosaicos.
Aquí termina el Mundo;
Aquí empieza.
En el barquito de tu Historia
soy sólo otro pasajero
con tus mismos miedos y tu misma gloria.
sábado, 17 de enero de 2009
San Pablo
y la Luna se anuncia única,
iluminan sus haces de bronce
las palabras celosas
que reza en cautivo silencio
desde su alejada ermita.
Lee su voz apagada
la culpa primera
la soberbia que no conoce
más que como una herencia maldita:
el pan que lo alimenta
del cuervo que lo visita.
domingo, 11 de enero de 2009
jueves, 8 de enero de 2009
Antes de irse
Con la convicción de un suicida Federico abrió la ventana y puso su silla enfrentando a su escritorio. Cuando la primera brisa golpeó la oficina, se llevó la cumbre de la tercera montaña de papeles. Federico miraba asombrado y encantado el paisaje. Luego siguieron entrando exhalaciones de viento que fueron extirpando lentamente las columnas restantes del panteón de papel. Cuando Federico se paró, su corbata y su camisa revoloteando, el torbellino de papeles que ahora circulaban por la oficina lo convirtió por un momento en una deidad. Era él el que comandaba la legión de vientos que escupía documentos legales por la boca de la ventana. Saliendo por la garganta de papeles Federico se sacó la corbata y la tiró. Ésta serpenteó por el piso y escapó por la ventana como atrapada por un águila. Mientras Federico caminaba por los pasillos llenos de oficinas fue atrayendo los ojos magnéticos de los demás trabajadores. Se despidió con un gesto gentil antes de ser tragado por el ascensor.